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Bribbō: la electrónica como 
resistencia personal




El compositor cuenta detalles de Ruina y Fuga, un disco que 
por medio de música concreta, diseño sonoro y atonalismo, narra la indiferencia
 hacia el colapso medioambiental y social.

Por Freddy Olguín
28.08.25


Bribbō es un músico, productor y artista visual con base en Santiago, que hace varios años explora y manipula el sonido, a veces por medio de la investigación y en otras oportunidades creando música para montajes de danza contemporánea. Además, ha colaborado en diversos proyectos de la escena electrónica e independiente local como Xatarra, Carmen Lienqueo, Jirafa Ardiendo, Ruzica Flores y más. 

Ruina y Fuga, último lanzamiento del artista, se hace cargo de la mayoría de sus intereses, por medio de una inquietante propuesta que lejos de intentar combinar con los sonidos o sensaciones del presente, cuestiona las fórmulas y a la vez plantea una reflexión sobre el rol de las instituciones, los artistas y las personas.

Largas sesiones de improvisación, grabaciones de campo, beats quebrados y ambientes metálicos, son parte de los elementos presentes en las tres piezas que componen Ruina y Fuga. El disco, que sucede a Hiperacusia (2024), sin palabras hace un alegato contra el deterioro medioambiental, el consumo irreflexivo y la extrema brevedad del formato canción que proponen los algoritmos.



"No estoy buscando convencer a nadie de una idea, sino, ojalá, sumergir a quien escucha en una atmósfera donde el caos, el deterioro y la indiferencia son audibles. Que algo se remueva por dentro. Creo que la música por sí misma no cambia el mundo, pero sí puede mostrar lo que ya está roto", explica Bribbō sobre las motivaciones de Ruina y Fuga.

—¿Crees que a partir de la música se puede llegar a crear interés sobre temas medioambientales o políticos?

Sí, pero no desde un lugar panfletario o moralista, ni explícito. Para mí, la música puede ser una forma de protesta sin palabras, una manera de decir algo desde lo corporal o lo sensorial. Ruina y Fuga nace como una forma de narrar —sin narrar— un presente colapsado: el medioambiente, sí, pero también las formas en que consumimos, creamos y nos relacionamos con todo, incluso con el arte. Prefiero que resulte incómodo más que tener la obligación de sobreexplicar. 

—Este disco es también una critica a la inmediatez y superficialidad en la música, ¿te sientes identificado con la forma en que se publica o difunde la música hoy?

No mucho. Hacer este disco fue, de hecho, una forma de resistencia personal. Venía escuchando y haciendo música cada vez más corta, más fragmentada, más pensada para la lógica del algoritmo. Y empecé a sentir que eso le estaba haciendo daño a mi relación con el sonido. Como si lo que no entrara en un reel no tuviera valor. 

—¿Cómo iniciaste el proceso de producción?

Ruina y Fuga parte de una improvisación larga, sin reloj, que pasa por distintos estados. Fue un desafío: dejar de recortar, dejar de hacer que todo sea “eficiente”. Quise construir algo que se sostuviera por su densidad, su duración, su pulso o la falta de él incluso. Es un disco que se rehúsa a ser contenido. Que se para en la otra vereda de la inmediatez, no como nostalgia, sino como crítica activa.

—¿Hay alguna intención especial en que el disco funcione en tres partes o actos?

Se desarrolla en tres escenas consecutivas pero en escenarios diferenciados. El primer track presenta un contexto, la devastación como una constante, un loop autodestructivo que se replica de diferentes maneras cada vez. El segundo track presenta los actores de ese contexto, una humanidad voraz e insaciable que frente al caos opta por escapar. Mientras que el último track simboliza el resultado de sus actos; un ambiente hostil e inhabitable.

—Menciona algunos proyectos que pueden haber servido de inspiración o referencia para este release.

El disco sintetiza muchísimas sonoridades que me han influenciado en distintos periodos. Desde los patrones rítmicos que aprendí escuchando a Tigran Hamasyan y Hiromi Uehara, hasta los momentos más etéreos inspirados en artistas como Oneohtrix Point Never y Tim Hecker. Ruina y Fuga avanza a través de estructuras quebradas que continúan con el camino de Autechre, Venetian Snares, envuelto en texturas y manipulación sonora inspiradas en el trabajo de compositores como Tristan Murail, Iannis Xenakis y Fausto Romitelli, así como en los procesos electrónicos de artistas como Daito Manabe y Ryoji Ikeda.



TËCTÔNÎCA. Movimiento bajo tus pies.